Sólo un Juego

La estrecha cabina era solo una extensión del espacio vacío que lo rodeaba. Las estrellas brillaban tenuemente alrededor de su ocupante y diversas marcas flotaban en la lejanía, señalando con su brillante color verde la ubicación de las pocas naves amigas conocidas. El caza hacía un seguimiento visual regular de aquellas naves con las potentes cámaras secundarias del mismo y su incansable paciencia digital.
Multitud de gráficos e imágenes flotaban alrededor del joven piloto, mucho más cerca que las inalcanzables estrellas, indicándole de un vistazo las señales recibidas por su caza, el estado de su nave, suministros, combustible e infinidad de otros pequeños detalles que no podía pasar por alto en ningún momento.
Tras observarlo todo una y otra vez con gesto aburrido, sin poder evitarlo, Devian abrió la boca en un audible bostezo. En medio de este un tenue pitido armónico resonó en su casco y un icono llamó su atención sobre una de las naves.
-          Hebra 8 en línea-, dijo automáticamente aún a mitad del bostezo mientras enviaba la señal. Estaba molesto por el momento que habían escogido para conectar. Acalló el bostezo y continuó con seriedad mientras iniciaba varios programas-. No hay presas a la vista.
-          ¡Estate atento, novato!-, regaño una voz molesta por el casco. En una pequeña ventana frente a sus ojos apareció una pequeña cuenta atrás, que en pocos segundos llegó al cero y se transformó en un recuadro verde al tiempo que una nota resonaba suavemente en su oído-. Red en línea. La araña escucha.
Sonrió dentro de su casco mientras seguía con su constante observación. Aun tenía que averiguar quién era el gracioso que redactaba las claves de la flota. Solo tenía a su disposición los datos que captaba su pequeño caza pero, en la nave que aquel icono verde representaba, se analizaban los datos conjuntos de todos los cazas de escucha, ahora enlazados por un haz laser seguro con la fragata y convertidos en vértices de una gigantesca antena que se extendían varios megámetros[1].
-          La araña duerme-, dijo la fría voz por el enlace de audio tras cinco largos minutos de silencio.
Desganado comprobó que el enlace se había cortado y observó durante unos segundos el cuadrado verde que señalaba la posición actual de su fragata nodriza. No pudo evitarlo y bostezó de nuevo sacudiendo al tiempo la cabeza. Era la peor parte de cualquier batalla: esperar buscando leves señales, encerrado sin hacer nada. Preferiría mil veces estar en una patrulla cercana, o incluso estacionado como caza de alerta temprana en bodega de una nave nodriza. El aburrido silencio del aislamiento podía hipnotizarte y hacer ver señales por doquier o lo que era peor, no ver las que eran obvias.
Los minutos pasaban lentamente y los bostezos se sucedían atravesando el silencio sin cesar, haciendo que el joven piloto desease con todas sus fuerzas que algo pasase. Repentinamente la cabina se sumió en tonos rojos y un intenso pitido penetrante rasgó el silencio con brusquedad, eliminando cualquier rastro de aburrimiento o somnolencia del joven piloto.
-          ¡Hebra 8 iluminado! ¡Hostil en cola! Vector 174, ascensión menos 35, distancia desconocida. ¡Procedo a evasión y caza! ¡Solicito fuego libre! -, gritó con urgencia. En los pocos segundos que duró el contacto, maximizó los modificadores de inercia del caza y conectaba su motor, listo para salir a toda velocidad.
-          Hebra 8, fuego libre denegado. Protocolo Puñal.-, dijo casi de inmediato una nerviosa voz desde su fragata.
-          ¡Recibido! ¡Puñal! Hebra 8, fuera.-, dijo el piloto mientras aceleraba su caza a toda potencia en línea recta, cerraba la comunicación y murmuraba molesto-. Y es él el que está nervioso…
Mientras aceleraba a toda potencia, sabía que había comenzado a brillar y gritar su posición en los sistemas de toda nave de la zona. Una nueva alarma comenzó a gritarle con su molesto zumbido, que un misil se acercaba a toda velocidad desde uno de sus lados.
Rápidamente envolvió su caza con una nube de polvo interceptor y, mientras apagaba el motor, programó con rapidez varios señuelos y los soltó. Prosiguieron con sus rumbos erráticos, alejándose del caza que se ocultaba en medio de una nube de refrigerante que apagaba lentamente las señales inequívocas de su motor. El misil destruyó uno de los señuelos en una bola de plasma que eliminó todo rastro del metal e interfirió levemente los sensores de Devian, que dejó escapar un fuerte suspiro de alivio.
Antes de que su motor se hubiese helado de nuevo, el piloto ya había rotado la nave sobre sus ejes, enfilándola con su batería de sensores principales hacia el vector del atacante. En cuanto lo creyó seguro, modificó la órbita del caza con toda una serie de breves y controlados estallidos químicos, al tiempo que exploraba toda la zona con ansiedad.
Tras diez eternos minutos consiguió detectar en uno de los gráficos una ligerísima fluctuación. Estaba bastante alejada del origen de la señal original, pero aún así dentro del rango. Centró los sensores pasivos en aquella zona y tras varios minutos más de espera, por fin sonrió con satisfacción. Tenía la posición exacta del su perseguidor y para confirmar que no se trataba de un señuelo, utilizó su telescopio para contemplar el rostro de su oponente.
En pocos segundos una imagen apareció flotando a su izquierda. Una estrecha y corta línea gris quebrada se perfilaba dentro de un pequeño cuadrado rojo, el único rastro de un caza apenas visible.
Mientras esperaba impaciente a que aquel caza se acercara lo suficiente como para no darle ninguna oportunidad, no pudo evitar preguntarse dónde estaría el resto de la flota enemiga, los cazas compañeros de su objetivo, o su nave nodriza. Tuvo que esforzarse por conservar el control  y no disparar a aquel blanco, silenciosamente encañonado por la cámara principal de su nave.
La pantalla mostraba la órbita del caza hostil y el punto de máxima proximidad, el momento perfecto. Sin poder contenerse por más tiempo, quitó el seguro del puñal y apretó el disparador. Un fuerte sonido invadió la cabina mientras esta se estremecía. Cinco golpes secos que se sucedieron en menos de medio segundo, al salir desde su nave unos pocos proyectiles sólidos a una velocidad irrisoria.
Devian apenas podía contener su impaciencia. Sus brazos y piernas permanecían firmes sobre sus controles, pero apretaba los dientes dentro de su casco, murmurando ansiosamente a la espera del impacto.
Antes de que lo alcanzaran, la cabina se iluminó de nuevo de rojo y el pitido de alarma perforó de nuevo el silencio. No pudo esperar a ver el impacto. Aceleró y comenzó a volar erráticamente en medio del vacío. Giró su caza y lo enfiló hacia el origen de aquellas señales mientras permanecía con sus instrumentos en silencio, guiándose en medio de la oscuridad gracias al grito constante de los sistemas de puntería de los cazas enemigos.
Otro pitido y con su respectiva cruz apareció en su cabina. Pocos segundo después otra nueva cruz apareció al tiempo que un nuevo pitido se la señalaba. Ya eran tres cazas que trataban de abatirlo con sus disparos y las fugaces líneas de luz pasaban casi rozando su nave.
De repente fue demasiado. Devian abandonó toda disciplina y, tras quitarle el seguro a todas sus armas, comenzó a disparar su cañón principal a toda la velocidad que era capaz. Contempló como el triangulo rojo de su pantalla desaparecía en una pequeña explosión y maniobró con agilidad, esquivando la nube de escombros que se precipitaba en su trayectoria.
Sin detenerse a pensar, maniobró esquivando los disparos enemigos mientras localizaba su origen y trataba de obtener un tiro limpio. Disparó un par de veces, pero no consiguió abatirlo y siguió enzarzado en la lucha a corta distancia hasta que consiguió situarse para un tiro certero. Apretó el disparador y toda la cabina se llenó de una potente y cegadora luz blanca.
-          ¡Mierda!-, gritó mientras golpeaba con su puño uno de los laterales de la cabina-. ¿Qué ha pasado?
-          Que estás muerto-, dijo una severa voz tras unos segundos de silencio. Una puerta acababa de abrirse en la cabina y un hombre con insignias de supervisor se asomaba tras ella-. Date prisa, tu maestro de batalla quiere hablar contigo. Ve directo a la sala de observación. Ya te cambiarás luego.
-          Si, supervisor-, respondió mientras apretaba los puños y trataba de sonar sereno.
Soltó sus arneses y con un suave empujón salió flotando de la cabina a las pasarelas que daban acceso a las interminables hileras de simuladores. Se deslizó entre ellas, esquivando cada poco a los supervisores y técnicos que trabajaban en la enorme máquina de las que eran parte todas aquellas cabinas.
La sala de observación era un gigantesco anfiteatro que rotaba en torno al eje de la  academia. En una de sus paredes, un gigantesco cubo negro flotaba mostrando fielmente con sus iconos, las naves, datos y acciones de todas las naves participantes en la batalla. Tras las mesas que ocupaban el semicírculo escalonado que era la sala, múltiples profesores de la academia seguían con atención los movimientos de las naves simuladas de sus alumnos. En cuanto lo vio, su maestro le hizo señas con uno de sus brazos para que se acercara.
-          ¿En qué estaba pensando, Saul?-, le dijo molesto en cuanto llegó a su lado. Con una mano hizo girar una de las imágenes que flotaban frente a él y se la mostró con claridad. La cabina de su caza era atravesada fácilmente por un haz de partículas, estallando en una nube de metralla que se extendía con forma de cono-. ¿Cómo ha podido fallar y encima caer en una emboscada tan obvia? ¿Por qué no comprobó los alrededores antes de atacar?
-          No fallé, señor-, se defendió molesto-. Y no había nadie en mis pantallas.
-          No me diga… -, dijo con un sarcástico sonsonete al tiempo que rebobinaba. Las imágenes le mostraban al caza enemigo esquivando con irrisoria facilidad sus disparos y como aceleraba repentinamente-. Se precipitó. No tiene paciencia y se confía demasiado Saul. Solo presta atención a las radiofrecuencias y, muy rara vez también le echa un vistazo a las microondas. Tenía a los cinco cazas fácilmente detectables por infrarrojo lejano. Su hubiese mantenido la cabeza fría…
-          ¿Cinco?-, preguntó comprobando más detalladamente las pantallas-. Solo había tres.
-          Solo vio a tres, aquellos que fueron tan estúpidos como para iluminarle con sistemas activos. Fue el cuarto, este-, dijo señalándolo con el dedo-. Siguió el reflejo de la señal de sus compañeros y el rastro de energía de sus armas.
-          ¿Puedo ver las imágenes otra vez?-, el maestro de batalla las pasó otra vez a cámara lenta mientras controlaba otras maniobras en el resto de sus pantallas y fruncía el ceño con disgusto. En cuanto terminó la repetición continuó-. Que no se le olvide la reunión de equipos a las veintidós, hasta entonces cuenta con el día a su discreción… y nada de entrevistas.
-          Sí, señor. Gracias, señor.-, se despidió mientras se tocaba el hombro izquierdo con su puño.
Solo otro chico estaba en el anfiteatro y recibía constantes críticas de su propio maestro. Por lo que pudo ver en su uniforme de combate, era del equipo contrario, así que Devian se alejó rápidamente de allí y ascendió por las escaleras hasta el palco de observación. No tenía gana alguna de conocer a quien había derribado.
Mientras contemplaba las lentas maniobras de las flotas, sacó el comunicador personal del bolsillo de su pernera y llamó. Durante un buen rato contempló frustrado aquel lento baile de naves, sujetando con una mano su casco y equipo de vuelo, y con la otra la pequeña placa transparente frente a él.
-          ¿Pero qué?-, bostezó finalmente una voz sin imagen desde el otro lado-. ¿Dev? ¿Pero qué hora es? ¿No tenías batalla hoy?
-          Buenos días, Fee-, saludó al sonriente busto estático-. Acabo de causar baja…
-          ¿Ya es tan…? Pero si no son ni las diez y media ¿Ya te han matado?-, preguntó aún medio dormida.
-          Si…-, dijo avergonzado. Tras carraspear preguntó-. Oye… ¿Y qué haces aún en la cama?
-          ¿No te acuerdas? La fiesta de cumpleaños de Lisi duraba hasta las a las tres, que zarpaba su lanzadera-, dijo mientras se escuchaba claramente como su compañera de cuarto le pedía silencio.
-          Claro… -, murmuró Devian molesto por no haber podido acompañarlas-. ¿Haces algo hoy?
-          Tengo que ponerme al día con gravimétrica…
-          ¿Necesitas que te eche una mano? -, dijo tras un rato intentando no sonar impaciente.
-          ¿No te importa?
-          No si luego me ayudas con astrografía-, dijo con una sonrisa-. Además, te garantizo que no va a pasar nada en unas cuantas horas. ¿Te espero en la biblioteca?
-          Nos vemos allí-, se despidió Fee.
Se encaminó hacia el vestuario, donde se dio una larga ducha, cambió su ceñido uniforme de combate por el más holgado de diario y se marchó caminando hasta su cuarto para dejar su bolsa.
Mientras recorría los pasillos hacia la biblioteca, continuó observando la batalla que se proyectaba casi en exclusividad en toda la academia. A diferencia de lo que se veía en las cabinas de los simuladores, en aquellas imágenes los cazas estaban artificialmente iluminados y resaltados,  identificándolos clara y escuetamente mientras se escogían los ángulos más espectaculares. Los comentaristas discutían cada movimiento, mostrando tan solo diagramas de las maniobras y sus ataques.
En la pequeña plaza que se extendía frente a la puerta de la biblioteca, varias pantallas flotaban frente a los mamparos mostrando una y otra vez a su caza, maniobrando con dureza, mientras una voz comentaba emocionada lo que sucedía, pero no se quedó a observarlos.
Se encaminó hacia la puerta de la biblioteca, donde un par de periodistas esperaban para atosigar con preguntas a cualquiera de los cadetes que pasase por delante de sus objetivos. Sin embargo sus preguntas solo fueron contestadas con un molesto: “sin comentarios”.
Tras cuatro horas de estudio, mientras ambos estaban sentados a solas en una de las mesas del comedor, Fee le dio un ligero toque con el pié. Con la cabeza le señaló con disimulo un grupo de ignis con sus inconfundibles uniformes, que se acercaban por su espalda mientras seguía hablando sin cambio alguno. No tardaron mucho en sentarse a su lado y presentarse con una sonrisa algo forzada.
-          ¿Tú eres Devian Saul, verdad?-, dijo la única soldado del pequeño grupo con evidente frialdad oculta tras una gran, pero amenazadora sonrisa-. ¿El piloto del caza?
-          Si soy yo, ¿ves?-, dijo señalando con el tenedor lleno de comida hacia una de las pantallas que mostraba su imagen al entrar en la biblioteca.
-          ¿De verdad dejan pilotar a retacos como tú?-, exclamó bufando otro soldado-. ¿O solo a los que le hacen la pelota a los profesores?
-          ¿Por lo menos yo no choco contra las paredes cada dos por tres?-, respondió Devian desafiante.
-          ¿No tendrías que estar encerrado, arrestado o algo? -, dijo otro de los ignis.
-          ¿Por qué tendría que estarlo?-, preguntó Fee alarmada.
-          Al parecer se han cargado a un montón de su equipo por su culpa, encanto-, le respondió la única chica mientras le guiñaba un ojo. Después se dirigió directamente a Devian y le dijo con la sádica sonrisa aún en su rostro-. No sé cómo no eres capaz de enseñar la cara, con lo que hiciste.
Sin mediar palabra Devian sacó su placa transparente y la colocó sobre la mesa. La misma imagen de las pantallas apareció en ella y por fin pudo oírla sin problema alguno la discusión de ambos comentaristas.
-          Y todo terminó con la perdida de la fragata Azul F45 y sus tres cruceros de apoyo-, dijo uno de los cadetes que ahora comentaban la batalla.
-          Así es. Lo que en un primer momento comenzó como un alarde de la habilidad de un piloto novato, ha acabado por transformarse en una grave pérdida para el equipo azul. La total aniquilación de una escuadra de cazas ligeros, tres cruceros de apoyo y una fragata de exploración puede llegar a costarles la batalla.
-          Sin duda la mayor pérdida ha sido la F45. Un golpe durísimo para el equipo azul, que sin ella se queda sin grupo de exploración en uno de sus flancos. Pese a ello, y aunque abandonó toda disciplina señalando la ubicación de su grupo, lamentaría profundamente no volver a ver pilotar a Devian Saul -, dijo animadamente el cadete que comentaba mientras la cara del mencionado aparecía negándose a ser entrevistado, antes de intercalar escenas de la batalla-. Como podemos ver de nuevo, sus movimientos son fluidos y es, a pesar de sus obvios errores, uno de los pilotos más prometedores de la liga. Ese chico conseguirá hacerse con el título de novato del año, siempre que pueda continuar en juego y si consigue mantener el control de…
-          ¿Dev, que es eso de no poder seguir?-, preguntó Fee alarmada.
Devian continuó escuchando los comentarios que alumnos mayores hacían sobre sus movimientos, ignorando el ruido de las discusiones y hasta las preguntas de Fee o los comentarios despectivos de los ignis. Tras repetir un par de veces su pequeña escaramuza con los cazas verdes y pasaron a mostrar el ataque a la F45, levantó la mirada y con una tranquilidad, que no sentía en realidad, dijo:
-          Fee, son las reglas. Las bajas del equipo perdedor son permanentes y los del equipo vencedor, se reintegran como refuerzos. Si mueres pero tu equipo gana, continúas. Si no, a esperar hasta el año siguiente.
-          ¿Y cómo estás tan tranquilo, novato? Os van a dar una paliza y encima por tu culpa-, preguntó agresivamente uno de los ignis, que no le quitaba el ojo de encima a las naves.
-          ¿Y qué sabrás tu de los combates espaciales, pisaesferas?-, le replicó secamente mientras contemplaba el simple mapa de la batalla que flotaba en el panel-. No tienes ni idea de lo que está pasando… Además, si crees que mi equipo lleva las de perder. ¿Por qué no intentas sacar tajada?
-          Titus, no-, le dijo su compañera con severidad-. Sabes que aquí son ilegales y el comandante las prohibió expresamente.
-          Venga, esto no será una apuesta, ¿verdad?-, comentó con una sonrisa feroz-.Será más bien un pequeño juego. ¿Cuánto suele ser lo normal en este sitio claustrofóbico? ¿Diez? ¿Veinte créditos?
-          He ganado más jugando al cebil. ¿Cien es demasiado para ti, grandullón?
-          ¡Dev!-, susurró Fee alarmada ante la suma.
-          ¡Hecho! Cien créditos a que gana el Equipo Verde-, dijo tendiéndole la mano.
-          ¡Hecho!-, le respondió estrechándosela con toda la fuerza que pudo, mientras soportaba sin parpadear el dolor que le producía la implacable mano que atenazaba la suya.
-          ¿Cuando acaba la batalla?-, preguntó el único ignis que no había dicho nada.
-          A las veintiuna como muy tarde-, contestó Devian mientras se levantaba con la bandeja vacía-. Estaré en El Abismo hasta las veintiuna treinta viendo el final, así que espero que me lleves el dinero allí sin falta. Titus.
-          Allí te veré… Devian-, se despidió el ignis con frialdad.
Fee se levantó también y lo siguió rápidamente y en silencio, pero una vez salieron del comedor, no pudo más. Sujetándolo por el brazo, lo arrastró hacia las puertas de uno de los refugios de emergencia mientras lo recriminaba con la mirada.
-          ¡Por todo el vacio celestial, Dev! ¿Acaso estás loco? Desafiar así a unos ignis que te sacan un palmo y que están a punto de entrar en servicio.
-          ¿Pero tú has visto a esos engreídos acusándome? No tienen ni idea de lo que pasa y se atreven a burlarse.
-          Eso da igual. Les has seguido el juego a esos brutos. Perderás un dineral por orgullo y encima acabarán por darte una paliza.
-          No puedo creerlo -, murmuró Devian asombrado-. No lo ves…
-          ¿Ver el qué?
Como Shen, el compañero de Devian, aún seguía en el simulador pensó en aprovechar la oportunidad para mostrarle lo que sabía a solas. Sin embargo, uno de los supervisores les impidió el paso en el acceso a su sección de dormitorios.
-          Devian, sabes que no puedo dejar pasar a tu amiga.
-          Venga, si solo viene a echarme una mano con astrografía.
-          Para eso están la biblioteca y las salas de estudio-, terció firme. Se dirigió a Fee y le dijo-. Lo siento, pero tendréis que ir a la biblioteca.
-          No pasa nada. Tampoco le iba a servir de mucho-, respondió sonriendo jovial. Luego, se giró hacia Devian, a quien le dedicó un sutil guiño mientras se alejaba por el pasillo-. Nos vemos luego, ¿vale?
Devian cruzó el acceso, caminó un buen trecho y se detuvo, cruzándose de brazos y apoyándose contra una de las paredes. No pasó mucho hasta comenzar a oír leves golpes y un suave sonido rasgado, hasta que la voz de Fee susurró:
-          Sujeta esto-, dijo bajando el panel hasta sus manos.
-          Pensé que ya no venías-, comentó Devian mientras lo sujetaba y miraba alrededor mientras Fee se descolgaba desde el hueco-. ¿Qué te entretuvo?
-          Cállate y pásame el panel-, dijo y acto seguido comenzó a pasar un polarizador de mano por los bordes hasta que lo hubo fijado del todo-. Vamos.
Se guardó sus herramientas rápidamente en uno de los bolsillos y comenzaron a caminar a toda velocidad por los pasillos hasta entrar en el cuarto y cerrar la puerta tras ellos. Las luces se encendieron iluminando la estrecha habitación, con las paredes llenas de cambiantes fotografías de caras conocidas o no, intercaladas con las de famosas naves espaciales.
Fee se dirigió directamente hacia la cama de Devian y se lanzó en plancha sobre esta, mientras se reía y comenzaba a rebotar varias veces. Sonriendo se dio la vuelta y preguntó:
-          ¿Qué es lo que tenía que ver?
-          Espera, te lo enseñaré. Pero prométeme que no le dirás a nadie que tengo esto-, dijo mientras abría un cajón y sacaba una caja de su interior.
-          ¿Por qué? -, preguntó Fee, sin obtener respuesta-. Vale, no se lo diré a nadie.
-          Si se enteran que tengo algo así no me dejarían en paz.-, dijo colocando una serie de bolas en las esquinas del cuarto.
-          Dev, solo es un proyector-, dijo desilusionada
-          Si tú lo dices…
Devian se sentó tras ella y se apoyó contra la pared mientras apagaba la luz. Y de repente, la habitación se convirtió en el vacío interestelar donde se libraba la batalla. Las estrellas brillaban lejos y las naves flotaban en medio del cuarto, casi al alcance de la mano. Cientos de gráficos surgieron en el vacío, mostrando los gráficos y datos de cada nave, enlazándose con ellos con una estilizada línea del color de su equipo.
-          ¿Cómo has conseguido conectarlo?-, preguntó asombrada dándose la vuelta en la oscuridad-. ¿Estás enlazado con la sala de observación?
-          Sí, pero solo recibo los datos y los gestiono desde aquí. Aproveché la oportunidad que se me presentó… Como la apuesta de hoy-, comentó distraído mientras observaba las naves.
-          ¿Por qué estás tan seguro de que ganará tu equipo?-, dijo Fee retrocediendo y acurrucándose contra él mientras las líneas orbitales se entrelazaban frente a ellos -. Tenéis menos naves.
-          Tenemos menos cazas… pero también empezamos con menos-, puntualizó en voz baja acercándose a su oído-. Olvídate de los iconos, de las naves, de toda la información… Imagínate que son bailarines flotando en la bóveda.
-          Es difícil ver nada contigo haciendo eso-, dijo esbozando una sonrisa y ladeando la cabeza ligeramente contra la de Devian.
-          Eres de las mejores que he visto bailando en el vacío, Fee-, contestó tras inspirar lentamente y oler su pelo-. ¿Tanto te cuesta concentrarte si hago esto?
-          Si. Y lo sabes…-, dijo sonriendo. Pero tras unos segundos de silencio, añadió algo más seria-. Dev, que quiero ser ingeniera, no piloto ¿Qué es lo que tengo que ver?
-          ¿Ves como se mueven las flotas y se estiran retorciéndose?-, dijo Devian moviendo los brazos a ambos lados de Fee. La batalla avanzaba y retrocedía a gran velocidad, cambiando de ángulo al acatar las órdenes de sus dedos.
-          Si. Están todas muy dispersas… Pero eso no es raro, ¿No?-, dijo Fee.
-          No. No es raro. Pero eso solo es lo obvio-, se acercó al oído de Fee y susurró mientras varias naves azules brillaban con intensidad-. Fíjate en las naves de exploración. ¿Ves como se mueven?
-          Si. Pero no lo pillo-, repuso tercamente mientras se recostaba contra Devian-. ¿Qué me estoy perdiendo?
-          A esa distancia es imposible que no hayan detectado la flota verde-, dijo como si fuese obvio-. Pero lo más importante, fíjate como toda la flota vira al unísono cuando se activan las AMM[2], manteniéndose siempre fuera del alcance enemigo. Nirme sabe donde están y nos sacrificó para alejar su atención del grupo principal.
-          Eso es mucho suponer, Dev-, dijo con pesar-. Creo que aquel ignis te va a desplumar y si te niegas a pagar, te dará una paliza.
-          ¿Quieres apostar tú también? -, le preguntó con seguridad. Fee se dio la vuelta y se acercó a su oído en medio de la oscuridad, susurrándole unas pocas palabras. Devian sonrió y sin dudarlo dijo-. Acepto encantado.
La puerta se abrió de repente y volvió a cerrarse. Una voz se alzó traspasando el fondo negro antes de que el compañero de Devian traspasase las naves de ambas flotas sin tan siquiera notarlas.
-          ¡Esta vez has metido la pata hasta el fondo Dev! ¿Es que querías suicidarte pronto para dedicarte a otra cosa? ¿Te aburrías en la cabina?-, en ese momento se dio cuenta de que Fee estaba en el cuarto y exclamó-. ¿Y tú como has conseguido entrar aquí?
-          Tranquilo Shen, que sabes que no muerdo-, respondió Fee colorada mientras se recolocaba el pelo-. Por cierto, Dev dice que ganareis fijo.
-          ¿Pero tú qué dices? ¡Nos están dando una paliza!-, le gritó Shen furioso.
-          ¿Ves? Él tampoco lo ve-, exclamó Fee dándole un golpe seco en el pecho a Devian.
-          Por toda la Nada, Shen ¿Y tú estás en un crucero?-, casi gritó, molesto por la interrupción de su compañero en un momento tan prometedor-. ¿Es que no ves que si no lo hago yo, Nirme lo hubiese ordenado después?
Shen no dijo nada, cruzó el cuarto hasta el baño y dejó la bolsa con el equipo de vuelo sucio en el hueco para la colada. Cuando salió, se recostó en su propia cama, y mirando las naves que flotaban en medio del cuarto, continuó aún enfadado.
-          Estás tratando de justificarte, Dev. Has metido la pata y por tu culpa hemos perdido muchas naves.
-          Si. Perdí el control. Pero eran cinco cazas los que me disparaban y con proyectiles sólidos hubiese muerto sin darle a uno-, se defendió Devian irritado-. Además, todo el mundo dice que fui yo el que llamó la atención de la flota verde, pero olvidan que ellos ya me estaban disparando con cañones de energía ¿En serio no ves lo que va a hacer Nirme?
Devian extendió los brazos a ambos lados de Fee y comenzó a desplazarlos, mostrando la batalla desde el comienzo. Tuvo que repetir varias veces la batalla, a distintas velocidades, señalando las naves que consideraba claves, que dejaban líneas atravesando la habitación conforme avanzaban.
-          No puede ser…-, dijo Shen tras la quinta repetición-. ¿Intenta decapitar al equipo verde?
-          ¿Decapitar?-, preguntó intrigada Fee, que se incorporó levemente.
-          Nuestro agudo almirante Nirme, nos sacrificó mientras un grupo de ataque pesado se acercaba al acorazado capital desde otra dirección y con todo apagado-, dijo Devian haciendo relucir algunas naves-. Y si consigue abatirla, el equipo verde se quedará sin almirante, ni órdenes. Reinará el caos.
-          Al menos durante veinte minutos, puede que llegue a la hora si hay suerte -, añadió Shen aún asombrado-. Fíjate, son casi todas las fragatas aniquiladoras del equipo, con algún apoyo, claro Tienen muchas posibilidades, pero si les lanzan cazas las destrozarán…
-          No lo harán si Nirme los mantiene ocupados en la línea exterior…
-          Puede ser...-, respondió inseguro.
-          ¿Qué puede ser?-, decía Fee una y otra vez sin enterarse de nada. Durante largo tiempo, entre ambos le explicaron con sencillez lo que pensaban que pasaría hasta que finalmente exclamó-. Has hecho trampas, Dev.
-          No es culpa mía que no sepas cuando apostar-, le respondió guiñando el ojo-. ¿Vamos al Abismo a ver el espectáculo?
El Abismo era un enorme local situado en uno de los extremos del eje de la estación. Su gigantesca cúpula permitía observar las estrellas, planetas y hasta las naves que surcaban el sistema. En aquel local se reunían muchos estudiantes con tiempo libre, de día era una cafetería pero durante el ciclo nocturno de los fines de semana, la cafetería se transformaba, llenándose de jóvenes pivum que bailaban ingrávidos bajo las estrellas.
Pero durante aquella tarde lo único que hicieron fue jugar entre risas al cebil mientras bebían y comentaban la batalla. Pero en cuando comenzó el verdadero espectáculo a media tarde, abandonaron los tacos y le prestaron toda la atención a las pantallas mientras bebían en la barra. Sucedió tal y como Devian había predicho, un enjambre de bombarderos y cazas ligeros atacaron el extremo de la formación verde, atrayendo sus cazas a la refriega, convencidos de su victoria.
Los comentaristas estaban sorprendidos y alababan la astuta maniobra, ahora completamente evidente para todos, mientras las fragatas azules atacaban por sorpresa y al unísono al único acorazado de la flota verde. Aquella lucha apenas duró quince minutos, ya que el acorazado perdió sus destructores y cruceros de escolta en el primer envite. Viéndose hostigado constantemente por el fuego de las fragatas azules, acabó por explotar en una bola de plasma que se repetía una y otra vez en todas las pantallas de la estación.
-          Es una verdadera pena no ver la cara de aquel soldado ahora-, comentó Fee entre el alboroto de los gritos de ánimo o de impotencia. Tras sorber un café templado, de un estilizado tubo transparente, continuó-. Se está perdiendo una buena batalla.
-          Cuando nombras al enemigo...-, comentó Devian alzando la cabeza y mirando a la compuerta. Agitó el brazo y gritó-. ¡Titus! ¡Aquí!
Tras mirar en todas direcciones durante varios segundos, por fin comprendió que tenía que alzar la cabeza, localizándolos en cuanto lo hizo. Flotando torpemente, los ignis avanzaron por el local. Se notaba que no estaban habituados y sus caras estaban pálidas por las nauseas de la ingravidez. Tan torpes eran que, en cuanto llegaron a su altura, tuvieron que retenerlos entre Shen, Fee y Devian para evitar que se escaparan flotando hasta la cúpula del Abismo.
-          Parece que tienes suerte, novato-, dijo molesto Titus mientras en las pantallas se veía explotar en rápida sucesión cinco cruceros verdes-. La suerte sonríe a…
-          A los que se preparan-, lo interrumpió Devian sonriendo con arrogancia, substituyendo el final insultante de aquella frase.
-          O en este caso “al que sabe”-, sentenció Fee con una sonrisa-. ¿Queréis tomar algo? Invita Dev.
-          Maldita enana arrogante-, gruño la ignis.
Mientras gruía apretó los puños y se lanzó hacia Fee, para sujetarla e intimidarla. Pero sus bruscos movimientos alteraron su centro de gravedad, y Fee con un leve movimiento la lazó en una dirección inesperada para la ignis. Tras golpearse con fuerza contra uno de los pilares que decoraban el local, comenzó a girar rápidamente hacia la cúpula del Abismo, para el disfrute de todos los presentes. Algunas voces se alzaron entre el alboroto, burlándose de los brutos, pesados y torpes ignis.
-          Solo son las diecinueve, aun queda mucha batalla por delante-, desafió agresivamente Titus, negándose a ver la derrota-. El equipo verde aún puede reagruparse.
-          Nunca imaginé que los ignis fuesen unos ilusos-, comentó por lo bajo Shen mientras sorbía su refresco-. La nave capital ha caído y con ella su almirante. Los vicealmirantes y jefes de sector verdes aún luchan, pero están aislados y su coordinación no puede compararse con la nuestra, seguramente ahora estén calculando la desbandada.
-          ¿La qué?-, pregunto Fee girando la cabeza con curiosidad.
-          Calculando el salto de emergencia. La huida-, explicó Devian flotando hasta colocarse frente a ella-. Es la prueba de los perdedores, como quien dice. Conseguir calcular un salto coordinado mientras te disparan y no sabes si seguirás… Mira. El primer grupo ya ha saltado.
En la pantalla podía verse la repetición de cómo una formación bastante cerrada de cruceros y algún que otro destructor, recibían impactos en sus escudos o directamente en el casco. De repente, comenzaron a desaparecer y cinco segundos después aquella región del espacio estaba casi vacía, aunque varios de los cazas verdes seguían luchando entre los escombros. Abandonados por sus naves nodrizas, se lanzaron en un ataque suicida contra las naves del equipo azul que, en vez de destruirlas, se concentraron en inutilizarlas y capturarlas.
La batalla estaba decidida y por todo el Abismo resonaban gritos de victoria o de decepción pese a que las naves seguían luchando y explotando en las pantallas. Tras casi media hora, los últimos rezagados saltaron y muchos ya daban la batalla por finalizada, pero no lo estuvo hasta que los últimos cazas se rindieron tras ser localizados, casi media hora después.
La última oportunidad de forzar una puntuación decente para el equipo verde se desvaneció y en las pantallas comenzaron a aparecer las clasificaciones de los participantes y su puntuación. Mientras Shen buscaba la suya, Devian tendió la mano y, arrogante, chasqueó los dedos reclamando el cobro de su apuesta.
Con la mandíbula tensa por la ira, Titus le tendió una tarjeta plateada que Devian pasó rápidamente por el lector de la barra. Tras pagar las consumiciones de sus amigos de y de todos los ignis presentes, se la guardó en el bolsillo de su uniforme y pasó a prestarle toda su atención a Fee.
-          ¿Y nuestra apuesta privada?-, le preguntó interesado.
-          ¿Ahora? ¿No prefieres esperar?-, le dijo con un guiño mientras sonreía.
-          En la vida real estarías muerto, piloto-, le dijo Titus, interrumpiéndolo con frialdad. Le estrechó la mano al estilo pivum, sujetándola por el antebrazo-. Tenlo muy presente, chaval. Estarías muerto y tu cuerpo no sería más que un montón de despojos helados flotando entre restos de chatarra retorcida. Sería imposible recuperar los restos de tu cadáver.
-          Si, lo sé. Pero mis amigos y compañeros del resto de naves hubiesen sobrevivido y ganado, soldado-, repuso con altivez mientras sujetaba a Titus sin miramientos y lo miraba fijamente a los ojos.
-          Eres un pivun honorable, Devian Saul-, sonriendo de oreja a oreja y soltándole finalmente-. Creo que podrías llegar a caerme bien.
-          Gracias Titus-, sonrió a su vez-. Pero estas batallas son sólo un juego.


[1]Un Megámetro (Mm) es una unidad de longitud equivalente a 106 metros, es decir a mil kilómetros.
[2] AMM. Siglas de Antena Megamétrica. Se trata de una maniobra estándar de la flota para realizar exploraciones pasivas a largas distancias. Consiste en desplegar un número variable de cazas y nanosatélites enlazados por haces laser seguros con la nave nodriza. Al estar esparcidos a distancias de miles de kilómetros con un alineamiento específico, permite realizar interferometría de datos, contando así con una antena de gran sensibilidad que puede detectar naves que de otro modo pasarían desapercibidas.